Que el sobreentrenamiento es algo puramente psicológico está claro que no es cierto, pero lo que sí es verdad es que por encima de explicaciones derivadas de alteraciones hormonales o de problemas de planificación deportiva, que también, gran parte del problema vinculado al sobreentramiento es de carácter psicológico y quizás sea sólo el reflejo de problemas más profundos en la mente del atleta que lo padece.
No es un problema marginal ni reservado al deporte amateur, el sobreentramiento también lo podemos encontrar a nivel profesional en cualquier disciplina deportiva y en cualquier deportista, independientemente de su sueldo o de que tenga un equipo de fisioterapeutas detrás que lo acompañen hasta para ir al baño.
Recientemente se ha publicado una noticia sobre las confesiones de la atleta británica Bobby Clay, relacionada con el sobrentrenamiento y el déficit alimenticio en dicha corredora.
Le fue diagnosticado RED-S (Deficiencia Energética Relativa en el deporte), un síndrome producido por el desequilibrio entre la ingesta de alimentos y el gasto energético y que afecta a muchos aspectos de la función fisiológica normal. En el caso de Bobby Clay, este síndrome se manifestó tanto en su función menstrual, como en su salud ósea y en contagios frecuentes de enfermedades comunes debido al debilitamiento de su sistema inmune.
Como siempre, en algunas noticias hay una parte que acaba representando al “todo” de forma injusta, y suele pasar con algún hecho llamativo o extravagante que se sale de lo habitual y al final es lo que permanece en la memoria del lector. En este caso, fueron la pérdida del ciclo menstrual de Bobby y su rotura del pie en un ejercicio común en natación. Ambos incidentes tapan lo que puede ser un trastorno psicológico derivado del estrés competitivo de Bobby Clay y que solo fue tratado como un trastorno alimenticio durante mucho tiempo, buscándole solución en función de dicho diagnóstico y sin profundizar más en la corredora, tanto a nivel mental como emocional, lo que hubiera aportado una solución más acorde al problema y se habrían evitado todos esos “parches” a base de suplementos alimenticios y medicación a los que fue tratada.
El caso de esta atleta es uno más de los muchos que existen en el deporte profesional y semiprofesional en todo el mundo. Hoy en día la presión sobre los atletas es muy grande y en el mundo del crossfit se vive igual que otras disciplinas, sobre todo tras convertirse en un deporte mucho más seguido a nivel mediático y con unas recompensas tanto económicas como sociales que hacen exponer mucho más a sus competidores.
Recientemente vimos como Ricky Garard dio positivo por SARMS en los Games de 2017. Tras ser descalificado por la organización, el atleta se disculpó y achacó su reconocido dopaje a su voluntad de querer llevar al límite las reglas del Crossfit Games Rulebook sobre sustancias y tratamientos hormonales permitidos al igual que muchos otros competidores.
Como en toda práctica humana habitual, el componente emocional es esencial. Sin él no se podrían conseguir una cuarta parte de los objetivos que nos planteamos. El problema es cuando entramos en una dinámica en la que focalizamos tanto nuestra meta que perdemos un poco la perspectiva global del proceso en el que estamos metidos, es decir, nos metemos tanto en nuestro objetivo de subir nuestro RM en arrancada o de entrar en las marcas mínimas para la siguiente competición, por ejemplo, que todo gira alrededor de eso (dieta, relaciones sociales, estado de ánimo…) y no hay nada más allá que conseguir esas metas cueste lo que cueste.
El inconveniente está en que esa capacidad o fuerza mental es tan entrenable como lo es cualquier otra parte de nuestro cuerpo, y no todos partimos con la capacidad mental necesaria para vernos sometidos a tanta presión, ya que compaginamos entrenamientos con vida laboral y familiar, por lo que quizá, en lugar de catalogar ciertos problemas de forma analítica e independiente, deberíamos observar de forma global la reacción de nuestro cuerpo (sensaciones, cansancio, recuperación, motivación…) para así entender mejor el problema y ver si nos compensa o no todo lo que exponemos y arriesgamos para lograr nuestras metas.
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Es el caso del sobrentrenamiento. Sobre entrenar no es levantarte con agujetas como pianos al día siguiente de entrenar, ni decir estoy reventado tras un par de semanas sin descanso de entrenamiento. Es algo más complejo y que abarca más facetas de nuestra personalidad. La mayor parte de las veces el sobreentramiento es psicológico. Estamos tan metidos en la dinámica de entrenamientos diarios y en conseguir nuestros objetivos que no escuchamos las advertencias que nuestro cuerpo nos da, los avisos que se manifiestan en forma de recaídas constantes en las mismas lesiones de siempre, en el carácter obsesivo y falto de diversión en el que se convierte nuestro entrenamiento….
Mat Fraser comentó que buena parte de la lesión de su espalda en la que se fracturó la vértebra L5 y que le impidió competir en las Olimpiadas de Río fue por culpa de no escuchar los avisos que su cuerpo le estaba dando, y quizá no le falte razón. Fraser tiene una frase muy ejemplarizante con respecto a todo lo que se viene hablando en este artículo sobre el componente psicológico del entrenamiento: «Cuando voy a entrenar feliz y con una sonrisa en la cara estoy dispuesto a sufrir un poco más».
Al final resulta que con tal de conseguir tus objetivos positivizas tus carencias y obvias tus obstáculos a pesar de que puedan ser dolorosos y perjudiciales para tu bienestar físico.
El equilibrio emocional, mental y físico son esenciales. Jamás lograremos nada en crossfit si no nos divertimos entrenando, si no somos capaces de mantener la cabeza fría sin perder nunca la perspectiva de que estamos haciendo un deporte cuyo fin primero y último es la mejora de la condición física y si no somos capaces de escuchar a nuestro cuerpo para parar en ciertos momentos.